18 enero, 2011

«Lectio fundamentum omnis scientiae est»


"La lectura es la base de todo el conocimiento."


Me resulta difícil recordar algún año de mi vida en que no haya leído algún(os) libro(s). Excepto el tiempo en que, aun muy pequeño, no sabía leer, no recuerdo época de mi vida que no haya estado -de un modo u otro- sazonada con algún tipo de lectura.

Mi hermana tiene la culpa. Jenny, como hermana mayor en nuestra familia, compartía sus labores del instituto con la de cuidar de mi hermano menor y de mi, cuando solo eramos unos chamacos de cinco años y algo más. Por las noches, antes de irnos a dormir, nos leía algún cuento... pero claro, ella muy "cargosa", siempre dejaba el cuento sin terminar. Y no porque nos hubiésemos quedado dormidos, no. Al menos yo recuerdo siempre haber estado muy atento, y tener que haberme dormido cada vez con la intriga de saber que mas pasaba en la historia que nos estaba leyendo.

Pues bien, siempre he sido algo rebelde, lo reconozco (pero solo cuando algo no me parece correcto), y el que me dejaran con la incógnita precisamente no me parecía correcto -ni agradable-. Así que se imaginarán que, en la escuela, puse bastante interés en lo de aprender a leer. Muy pronto ya podía leerme los cuentos hasta el final antes de dormir; luego ya ni era necesario que mi hermana me leyera alguno... a veces ya ni me esperaba a que fuera hora de dormir para leer otro cuento.

Así fueron pasando por mis manos clásicos como "Caperucita Roja", "El Patito Feo", "Blanca Nieves", "Pinocho", "Los Tres Pelos del Diablo" etc. Todos -claro- en ediciones resumidas e ilustradas, con toda esa parafernalia propia de los cuentos para niños, que vendían por la calle en pequeños folletos.

Mi hermano Rubén, viendo el interés que le había tomado a estos cuentos, reunió todos los que encontró de esa serie y luego los empastó -de su propia mano, así a lo casero nomas- para hacerme un libro con todos ellos. Aquel, se puede decir, fue MI primer libro (si, "mio de mi!"), que obviamente me devoré.
Luego lo mantuve como un recuerdo de aquel tiempo... hasta que llegaron a la familia mis sobrinos (hijos de mi hermana), a quienes -a su tiempo- se los regalé.

Pero pasado un tiempo ya llevaba leído todos los cuentos infantiles que había en casa. ¿Que hacer luego?.

Otro de mis defectos es que siempre he sentido esa "sed de conocimiento", difícil de reprimir. Y fue eso lo que me impulsó a dar el siguiente paso.

En la biblioteca de casa no quedaban mas cuentos cortos... pero descubrí que -aparte de las novelas per se- había ahí otras de una serie llamada "Clásicos de Oro Ilustrados", de la Editorial Novaro (Mexicana), que constaba de versiones resumidas e ilustradas de aquellas novelas.
Fue ese mi primer acercamiento a clásicos como "Ben-Hur", "Viaje al Centro de la Tierra", "Mujercitas", "El Mago de Oz", "De la Tierra a la Luna", algunos cuentos de terror de Allan Poe, etc.

Pero de esa serie destaco tres, que dejaron su profunda marca en mi persona luego de disfrutar su lectura:

- Sherlock Holmes: Si, fue por este medio como descubrí a quien se volvió mi "super-héroe" favorito: El maestro de maestros de la ciencia deductiva. Ya lo se, quizá para ustedes no cuente como super héroe, pero para mi lo fue en aquella época... y, aun con todo, lo sigo considerando de ese modo.

- Belleza Negra: Siempre he tenido una gran afinidad con los animales, pero hay un 'no se que' especial con los caballos, y leer esta novela fue un  golpe tremendo. Preciosa, simplemente preciosa obra. Desde que la leí me quedó cierta reticencia a volver a leer alguna otra sobre caballos, porque de verdad me dio mucha pena... reticencia que solo vencí hace poco,  por la curiosidad que tenía por leer "El Sanador de Caballos".

- El Conde de Montecristo: Una historia que captó mi atención desde el principio. Argumento genial, personajes interesantes, una serie de eventos relacionados muy sutilmente, que logra mantener la atención del lector siempre. Eso -obvio- me llevo al siguiente nivel: tener el placer de leer la novela completa... y simplemente la idolatré. Se volvió mi obra favorita por años, muchos años.

Ya en el camino de leer novelas completas (libros de solo -o casi solo- texto), pues pasaron por mis manos varias obras de una colección de la Editorial Oveja Negra, y alguna que otra colección aparte: "20.000 Leguas de Viaje Submarino", "Tarzán de los monos", "Drácula", "Frankenstein", "El Mio Cid", "Las Mil y Una Noches"... ufff, y bueno, muchas mas.
En ese tiempo fue que le agarré gusto a algunos autores específicos, principalmente a Julio Verne.

Pero ninguna obra volvió a pegar tan profundamente en mi, hasta el 21 de mayo del 2000, un domingo casi como cualquiera excepto porque, mientras revisaba El Dominical, llamó mi atención un artículo a doble página, que incluía unas ilustraciones extrañas: un personaje, todo de blanco, enfrentándose a otro, de negro, y un ejército tras él. Al lado, una graciosa caricatura de algún señor que hasta ese momento me era totalmente desconocido, y en la otra página un mapa de unas tierras extrañas, que saltaba a simple vista no ser de ninguna parte específica del globo.
¿Que era todo aquello?.

Leyendo a la volada algunas partes del artículo (para ver si me podría interesar) comenzaron a saltar nombres y palabras extrañas: "Tolkien", "Hobbit", "Gandalf", "Silmarillion"... pero, sobre todo, hubo una frase que me decidió a leerlo:
"«...así surgieron los primeros rasgos de lo que más tarde habría de convertirse en un mundo completo, con sus propias leyes y desórdenes, su precisa geografía y las razas que lo pueblan: [...] los hombres, que disfrutan del don de ser mortales...»"
Ese detalle me resultó curioso. Leí el artículo, me fascinó... y luego solo quedaba por hacer lo más lógico: ¡Debía conseguirme esos libros y leerlos!

Fue de ese modo como me adentré en la fascinante y compleja obra de su autor: John Ronald Reuel Tolkien (J.R.R. Tolkien, para los amigos), llena de detalles interesantes -entre ellos el lingüístico, otra de mis locas aficiones- y de ideales que profundizaron aun más los míos.

Como siempre, una cosa suele llevar a otra, y con esta obra no fue menos. Ello me llevó a animarme a formar parte de un grupo que por aquella época estaba precisamente en formación: la Sociedad Tolkien Peruana (que ya tiene 9 años de existencia), en la cual tuve la oportunidad de conocer a gente maravillosa y hacer muy buenos amigos, con los que sé que podré contar siempre.

Y bueno, la historia sigue. He conocido nuevos autores, he leído otras novelas (e incluso series) preciosas.
Autores como: Jean M. Auel, Liliana Bodoc, Christian Jacq, Antonio Cabanas, Gonzalo Giner... y si, ¡También a George R.R. Martin!
Y con cada una de sus novelas he pasado horas mas que amenas, e incluso muy instructivas.


«Epílogo»
Como ven, mi relación con los libros es de muchos años atrás, y por lo mismo bastante compleja. Le debo a esta afición muchas cosas... y creo que todas buenas, por suerte.

Siempre me ha parecido que todo el conocimiento, que vamos recogiendo a lo largo de la vida, no valdría de nada si luego no lo compartimos. Si -como avaros- nos lo guardamos recelosos para uno. ¡No!.
Con ellos, como con los libros -sirviéndonos precisamente de esta analogía- de nada sirve tenerlos guardados, o incluso de adorno para la pared, y solo acumulando polvo.
Un libro solo es útil si puede ser leído, y mientras mas personas lo lean, mas útil será. Habrá cumplido su fin primordial.

[Por eso mismo, si te prestan uno, debes cuidarlo. ¡Y DEVOLVERLO!... para permitirle así poder llegar -y ser útil- a otros.]

En cierto modo, es ese el fin de este blog. Será mi forma de retribuir lo que en estos años me han brindado los libros. Será un homenaje a todas esas horas maravillosas que paso en la lectura de las novelas; a los autores, que soñaron estas increíbles historias, las hicieron públicas y así nos permitieron gozar de las mismas, cada uno a su manera.

Será un blog donde -en cada post- les iré compartiendo impresiones, datos de eventos relacionados, o algún detalle curioso del último libro que haya terminado de leer [y por tanto, el último libro que he tenido "sobre el atril"].
Aunque, claro, también tengo pensado compartirles post con reseñas de los libros -o series- que ya he leído antes, de algún autor de los mismos, o incluso de alguno de los ilustradores de esas novelas, ya que no podemos negar que muchas veces un libro nos despierta el interés a través de la imagen de portada.


Pero, principalmente, este blog será un homenaje a quienes, quizá sin quererlo, o no imaginándose que llegara a tanto este interés, me impulsaron a meterme en este fantástico mundo de los libros: mis hermanos, Jenny y Rubén.¡Muchas gracias! 😊


Bienvenidos todos, pues, y espero que cada nuevo post que les comparta -en la medida de mi disposición de tiempo libre, claro- sea de su agrado.

Por ahora esto es todo. Me disculparán pero debo dejarlos por el momento, ya que tengo por lo menos tres motivos por los que celebrar hoy: por mi querida Lima; por el 'nacimiento' de este blog... y por mi! 😜

Los dejo con la frase con que comencé este post, y que es parte del título del mismo:
"Lectio fundamentum omnis scientiae est." 📚📖

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